La importancia del etiquetado

¿Te has parado a leer la etiqueta de un alimento antes de comprarlo? 

Hacerlo es el primer paso para mejorar la calidad de tu dieta y, además, evitar que te engañen y poder elegir libremente lo que más te conviene. Para esto, vamos a fijarnos en unos datos básicos, además de leer la fecha de caducidad de un producto (que es en lo que más nos fijamos habitualmente): 

  • Denominación del alimento: este aspecto esta regulado y nos permite identificarlo y/o distinguirlo de otra clase o tipo de alimento. NO puede ser sustituida por una marca comercial ni una denominación inventada que pueda llevar a engaño. 
  • Lista de ingredientes: es importante que sean comprensibles para todos los consumidores. Deben aparecer ordenados según proporción de mayor a menor (incluyendo componentes de ingredientes, si los hubiera, aditivos y agua utilizada en el proceso de fabricación). Hay que tener en cuenta que alimentos mono-ingrediente, frutas y hortalizas frescas, aguas carbonatadas y vinagres, no necesitan una lista de ingredientes. 
  • Forma de conservación y cocinado: fundamental para mantener el alimento y sus propiedades en todo momento, contribuyendo a la cadena de calidad y seguridad alimentaria diseñada por el productor para su producto. 
  • Información nutricional: se refiere a su valor energético y determinados nutrientes: grasas, grasas saturadas, hidratos de carbono, azúcares, proteínas y sal; es decir, ¿qué nos va a aportar nutricionalmente? 

La lista de ingredientes junto con la información nutricional nos permite comparar alimentos del mismo tipo de diferente productor, pudiendo elegir el que más nos conviene en nuestra dieta. Por ejemplo, elegir un embutido que tenga un porcentaje de carne superior al de otra marca; comparar las grasas y su calidad, y la cantidad de azúcares. 

Es importante saber que existen ciertos engaños o trucos para ocultar la información del producto y que este se convierta en un reclamo. “Light”, “natural”, “mantener la línea”, “sin azúcares” (y en pequeño “añadidos”), “0% grasa”, “antiox”, son ejemplos de palabras que pueden captar nuestra atención y llevarnos a elegir erróneamente un producto, pero también podemos encontrarnos con imágenes, logos con propiedades asignadas al alimento, nombres comerciales en grande, etc que también nos pueden confundir. Este tipo de deslealtades hacia el cliente están reguladas y cada vez más vigiladas, aún así, para que no nos engañen, mejor obviar la información voluntaria y analizar bien la obligatoria.

¿Y cuándo hablamos de fraude alimentario? Ya no es solamente un truco o reclamo, en este caso, la información dada es incorrecta y puede no estar declarándose un ingrediente, categorizando mal el alimento o denominándolo de forma ilegal. 

Si quieres saber cómo relacionar esto con el aceite de oliva, ¡lee nuestro siguiente post!

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